Plutón no es un planeta

curiosidades, rarezas, pensamientos, y poco más. ¿Qué esperabas?

11.9.06

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Creo que todos sabéis qué día es hoy, y que no es necesario siquiera que os lo diga. En todos los medios (impresos, tv, internet,...) hay millones de referencias al día de hoy, y aunque en principio no quería siquiera mencionar el tema, quiero aprovechar este día para hacer una pequeña reflexión al respecto, sin extenderme demasiado.

El 11 de septiembre de 2001 fue el día en que el gran gigante americano sintió sobre sus propias carnes la política del terror que llevan ejerciendo desde Vietnam. Cientos, miles de inocentes perdieron su vida en unos atentados que dejaron el mayor balance de víctimas civiles de la historia americana reciente. Pero para la "american beauty", lo que más dolió no fueron esos miles de inocentes, sino el duro revés que recibió el espíritu imperial americano.

Porque las víctimas son víctimas, personas inocentes que pierden sus vidas en una guerra que no es la suya, como ocurrió en Londres, y desgraciadamente aquí en Madrid. O como ocurrió en Vietnam, o en el Golfo. O como sigue ocurriendo en Israel, Palestina, Irak, Irán, Líbano,... Lo mismo que ocurrió en España en la época de Franco, o la misma criba que hizo Pinochet, y tantos otros que perdieron la razón cuando sintieron el poder en sus manos.

Pero lo que nos tenemos que preguntar es por qué siguen ocurriendo hoy en día estas atrocidades. Vivimos en un mundo en que la política del odio, la represión, y la sangre son más importantes que el diálogo. Y en el que unos pocos parecen poseer la verdad absoluta, y fomentan el odio hacia quienes la niegan. Lo mismo me da Alá, que Yahvé, las armas de destrucción masiva que las tropas en misión "humanitaria"... Porque el problema sigue estando ahí, y cada vez reside más confortablemente en nuestro subconsciente. Y eso es tremendamente peligroso.

De víctima a verdugo hay una estrecha línea que cada vez parece más difusa. Porque la violencia no se paga con violencia, se paga con educación. La tortura no se paga con represión, ni la represión con tortura. Pero no somos capaces de darnos cuenta, o quizás es más fácil mirar para otro lado, haciendo uso esa doble moral católica que nos han inculcado desde pequeños.

Estoy seguro de que no habrá más "once-ese-s", porque desgraciadamente, en este mundo, todos los días son 11 de septiembre. Y cada cinco años, nos llevaremos las manos a la cabeza echando la vista atrás y preguntándonos cómo hemos podido llegar a estos extremos.

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