¡Chúpate esa, SGAE!
La denominada Sociedad General de Autores y Editores, que bien podría cambiar sus siglas por las de SMCR (Sociedad de Mercenarios Capitalistas Recaudadores) ha recibido lo que se merecía. Por ir de listos, y por creerse que la ley se la pueden tomar a la ligera.
Supongo que sabéis que estos señoritos, con el apoyo de nuestro Gobierno (el anterior y el actual), nos cobran un cánon por cada ordenador que compramos, por cada unidad grabadora de CD/DVD que compramos, por cada reproductor de DVD de sobremesa, por cada disco virgen que compramos,... todo porque según ellos todo el mundo nos dedicamos a piratear música y debemos pagarles su impuesto revolucionario por hacer esas copias. Si, tú que utilizas tus CDs para guardar las fotos de las vacaciones, o tú que trabajas en un estudio de fotografía y haces reportajes BBC (Bodas, bautizos y comuniones) en DVD, o tú que te has comprado un ordenador para que el nene haga los trabajos del colegio. Pues todos vosotros estáis engrosando las arcas de estos mercenarios, quiero decir, autores.
La Ley de Propiedad Intelectual recoge el derecho del usuario final de realizar una copia de seguridad de uso privado. Bien, me parece razonable que si te gastas 20 eurazos del ala en el último disco de "Llamémosle-equis", al menos te puedes hacer una copia para llevar en el coche, o por si se te araña el original y no te tengas que gastar otros 20 euros en el mismo disco.
Pues los mercenarios, digo autores, se inventaron el cánon por esta razón; y con la aprobación del Gobierno, lo llevaron a cabo. Pero no, esto no acaba aquí. Resulta que como los mercenarios, otra vez, autores, son muy listos, se inventaron las protecciones anticopia (totalmente salvables mediante cualquier software más o menos estándar de grabación de discos) para que la gente dejara de hacerse copias privadas, las cuales son totalmente legales y lícitas.
Todo esto ocurrió cuando el mercenario, ejem autor, Alejandro Sanz (uno de los mayores mercenarios españoles, digo, autores) sacó su último disco, que era tan bueno tan bueno, que ni siquiera me acuerdo del título, ni de una canción machacona de esas que ponen a todas horas en la radio.
Entonces se lió una buena...las asociaciones de usuarios reclamaron que como era posible que pagáramos un cánon, que la ley recoja un derecho, y que saquen un sistema ilegal de protección del disco que no permite ejercer los derechos por los que, además, los usuarios están pagando (con la compra del disco original, y con el pago del correspondiente cánon en el disco virgen). Incluso les envié un email a la SMCR, digo SGAE, pidiéndoles que me lo explicaran, porque no lo entendía. Y me contestaron diciendo que ese derecho de la copia privada no debe ser una limitación del derecho del autor a proteger su propiedad intelectual; y que la situación ideal sería que existieran sistemas de protección anticopia irrompibles en el 100% de los discos, y entonces se dejaría de cobrar el cánon. Como lo léeis. Vamos que tantos años de libertad, luchando por derechos civiles, por el desarrollo de la ciencia y por el progreso humano, para que lleguen estos mercenarios (sí, mercenarios, ahora no pienso rectificar) y se lo quieran cargar así de buenas a primeras.
Pero el colmo de los colmos está en la demanda que los mercenarios interpusieron contra un usuario particular, por compartir copias privadas de su musica por internet (en redes p2p) con otros usuarios.
Pues bien, la jueza ha puesto un poco de cordura al tema, y la
sentencia, aún no firme y con posibilidad de recurso, ha dado la razón al usuario, y le ha absuelto puesto que no había ánimo de lucro ni fines comerciales mientras compartía música por la red, dejándole libre de los 2 años de cárcel que pedía el fiscal por suspuestos delitos contra la Propiedad Intelectual.
Y yo, os lo vuelvo a repetir, mercenarios:
¡Que te den, SGAE! porque yo
no soy pirata.
"Siempre nos quedará París" es una de las frases míticas de la historia del cine. Y a mi novia y a mí todavía nos queda París. Porque mañana sábado salimos de viaje hacia la ciudad de la Luz, del amor, a disfrutar de una semana de vacaciones relajadas, para pasear y emborracharnos del aroma de sus calles.
